Los kikapúes se llaman a sí mismos Kikaapoa, que significa
"los que andan por la tierra". Algunos autores lo derivan de ki wika
pa wa: "el que está alrededor" o "el que se mueve, aquí o
allá".
A finales del siglo XVII los kikapúes
se encontraban al sur de Wisconsin, Estados Unidos. A principios del siglo
XVIII se trasladaron al oeste del Lago Erie, y todo hace suponer que regresaron
a Wisconsin. Hacia 1730 se formaron dos grupos que se desplazaron hacia el sur:
la banda Bermellón se fue a Indiana y la banda de las Praderas se asentó en
Illinois. Ambas se coordinaban pero en ocasiones seguían diferentes políticas y
movimientos. A mediados del siglo XVIII se desplazaron hacia Missouri y se
formó una tercera banda.
Ya
en Missouri las tres bandas se dividen y surgen nuevos grupos y nuevos líderes;
uno de ellos se dirige hacia Horton, en Kansas, donde se asientan
definitivamente; otras se dirigen hacia Arkansas y Oklahoma, donde los kikapúes
permanecen desde 1800-1832 hasta la actualidad, en las poblaciones llamadas
Shawnee y McLeod.
En
1824, grupos de kikapúes y de shawnees establecieron contacto con la naciente
República mexicana, solicitando permiso al alcalde de la ciudad de San Antonio
Bexar, estado de Texas, para asentarse ahí; tal solicitud se debió a la
ocupación de su territorio por los anglosajones. El presidente Guadalupe
Victoria aceptó esta petición. A partir de 1833, los colonos tejanos,
dependientes del gobierno de Coahuila, se rebelaron y pidieron su
independencia; entre 1846 y 1848 Coahuila perdió el territorio tejano.
En
agosto de 1850, los kikapúes, los mascogos y los seminoles solicitaron al
gobierno mexicano un territorio donde vivir. Poco después, el inspector general
de las colonias de oriente, Antonio M. Jáuregui, se reuniría con tres
representantes indígenas: Gato de Monte por parte de los seminoles, Isidro por
los mascogos y Popiman por los kikapúes, para firmar un acuerdo. El general
José Joaquín Herrera, presidente de México, autorizó la formación de una colonia
militar en la hacienda La Navaja. Se aceptó su establecimiento en el país a
condición de que los kikapúes, seminoles y mascogos defendieran a los
pobladores mexicanos de los ataques comanches, que tuvieran en armas a 200
hombres, y que jefes y guerreros indios estuvieran sujetos al mando del
ejército mexicano que les proporcionaría bastimento, parque y armas. Esto quedó
asentado en el Acuerdo de Colonización del 25 de octubre de 1850, año en que
los kikapúes y, posteriormente en 1851 los seminoles, juraron fidelidad al
gobierno mexicano.
En
1852 solicitaron en la ciudad de México el cambio de la colonia de La Navaja
por El Nacimiento. Su petición fue aceptada, además de admitir como colonos a
sus familiares que estuvieran en territorio norteamericano.
En
1856 se rompe la alianza entre los kikapúes, seminoles y mascogos, por lo que
cada grupo exigió territorio propio y regularizado, herramientas y animales de
trabajo. En 1859 los seminoles regresan a territorio norteamericano.
En
1865, Maximiliano acepta la petición de los kikapúes de permanecer en la
posesión de los cuatro sitios de ganado mayor, concedidos por el presidente
Manuel Arista. Benito Juárez también reconoció la cesión de tierras de El
Nacimiento, lo cual ocasionó enfrentamientos con los apaches. En 1870, la
colonia militar de El Nacimiento se convierte, bajo las mismas condiciones, en
colonia agrícola.
Los
kikapúes defendieron tenazmente la frontera mexicana, por lo cual el gobierno
de Estados Unidos les ofreció trasladarlos a una reserva norteamericana,
ofrecimiento que ellos rechazaron. En 1873 unos 500 soldados norteamericanos,
al mando del coronel Mackenzie, atacaron un pueblo kikapú mientras los hombres
se encontraban de cacería. Asesinaron a 16 personas y capturaron a otras 39,
entre los que se contaban mujeres, niños y ancianos, quienes fueron trasladados
a Estados Unidos. Los kikapúes formaron un consejo de guerra para perseguir a
los invasores en el desierto de Chihuahua. El gobierno mexicano interpuso
reclamaciones diplomáticas y ofreció el regreso voluntario de los kikapúes a
Estados Unidos si les regresaban a sus mujeres e hijos. En 1873, 500 kikapúes
se dirigieron a la reservación de Kansas; de éstos, cerca de 90 decidieron
quedarse en México. Este grupo fue trasladado a Saltillo, de ahí se dirigieron
a Durango y, en 1874, 22 familias regresaron a repoblar El Nacimiento y a
seguir defendiendo la frontera.
Entre
1877 y 1878 se repitieron las invasiones norteamericanas a Coahuila y Nuevo
León; con el pretexto de la persecución de comanches y lipanes atacaban el
territorio kikapú. Por el temor de un conflicto con Estados Unidos, en 1878 el
gobierno mexicano ordenó que los kikapúes que habitaban San Juan Sabinas fueran
trasladados a Saltillo y de ahí llevados a la ciudad de México, de donde
algunos fueron enviados a la sierra de Tolimán, en el estado de Querétaro y a
la hacienda de San Marcos, en Guerrero, mientras que otros fueron expulsados
del país o encarcelados.
En
1883 se creó oficialmente la reservación kikapú en Oklahoma, Estados Unidos; en
1890, el congreso de ese país acordó entregar a cada kikapú que se integrara a
ella 80 acres de tierra, oferta que no fue aceptada por los kikapúes mexicanos.
En 1899, ante la reclamación de los seminoles de las tierras comunes recibidas
en 1850, los kikapúes de México y de Estados Unidos protestaron ante Porfirio
Díaz y lograron que él les entregara los títulos de propiedad de El Nacimiento.
En el primer lustro del siglo XX, 200 kikapúes se trasladaron de El Nacimiento
a Tamichopa, municipio de Baserac, Sonora; poco después, un grupo procedente de
Oklahoma también se fue a vivir ahí. Actualmente viven en el lugar alrededor de
130 kikapúes.
Al
disminuir los combates en la frontera, los kikapúes se dedicaron a la
agricultura y a la caza. Volvieron a usar las armas durante la Revolución
mexicana en las filas del maderismo y, posteriormente, en las del
constitucionalismo. El presidente Venustiano Carranza emitió un acuerdo el 25
de octubre de 1919 mediante el cual cedía terrenos nacionales a los kikapúes
por una extensión de 7 022 ha. Al término de la guerra se dedicaron a la
cacería, a reforzar sus vínculos religiosos y a visitar a sus parientes en
Kansas, Oklahoma y Texas. En 1937, el presidente Lázaro Cárdenas les dio en
dotación un ejido de 4 800 ha para la cría de ganado, y ratificó las 7 022 ha
de la colonia agrícola El Nacimiento; les entregó semillas, herramientas y troncos
mulares para el cultivo de maíz, y su derecho consuetudinario a la cacería del
venado.
Este
territorio kikapú, campamento de invierno, se convirtió en un lugar sagrado
donde se celebran desde entonces cacerías rituales, misas, ofrendas a sus
dioses y danzas.
Los
gobiernos posteriores se concretaron a respetar viejos acuerdos con los
kikapúes y a apoyarlos en demandas muy concretas de sus autoridades tribales y
agrarias, a través de las instituciones específicas.
La
conservación de su territorio mexicano, su organización religiosa y la
autonomía en sus formas de gobierno, han hecho de los kikapúes un grupo
indígena que toma sus propias decisiones.
Localización
Los kikapúes viven en el lugar
conocido como El Nacimiento de los Kikapúes, ubicado en el municipio de Melchor
Múzquiz, Coahuila. Este municipio colinda al norte con el municipio de Acuña;
al sur con Buenaventura y Progreso; al oriente con Zaragoza, San Juan Sabinas y
Sabinas, y al occidente con Ocampo.
Los
kikapúes sólo cuentan con una zona urbana de tipo compacto, aunque su
distribución no es homogénea. La propiedad de la tierra es ejidal. La población
mestiza llamada "mexicana" habita en todo el municipio de Melchor
Múzquiz y sus propiedades colindan con las de los kikapúes.
Lengua
La lengua kikapú pertenece a la
familia algonkiniana, originaria de las tribus que habitan en el actual
territorio de Estados Unidos, y la hablan todos los miembros de esta comunidad.
Dicha lengua es de uso exclusivo para comunicarse entre ellos y consideran que
no pueden dejar de hablarla porque Kitzihaiata (Dios) se las enseñó. La mayoría
de ellos conoce el español y el inglés; no obstante, el español que hablan es
deficiente ya que ninguno de ellos ha recibido instrucción.
Vestimenta
Usan pantalones de tela. Un largo
chaleco y chaparreras de gamuza bordado en chaquira. Calzan unos mocasines o
tehuas también de esta piel y bordados. Las mujeres llevan faldas, camisas o
vestidos amplios de telas de colores. Son expertos en curtir la piel del venado
pues, después de un complicado proceso, lo dejan suave como la seda. Emiten
silbidos con maestría, juntando las manos sobre la boca. Con ellos se
identifican, se comunican y cortejan a las novias enviándoles mensajes de amor.
Sus costumbres son muy rigurosas. Constantemente hacen ritos de purificación
individuales o colectivos con ayunos, meditación y sacrificios.
El
vestido tradicional se reserva para los ancianos y los jóvenes que participan
en ceremonias religiosas, ya que, por lo general, visten ropa de tipo
occidental. El sobrepeso y el cabello largo se consideran como signos de
belleza en las mujeres.
Alimentación
Los kikapúes realizan trueque de
pieles por alimentos básicos, maíz, frijol, arroz, etc. Aunque recientemente
llegan también a consumir comida chatarra, por los trabajadores que realizan
sus actividades cerca de la frontera con Estados Unidos y tienen acceso a
establecimientos de esta clase de comida, como hamburguesas y comida rápida.
Después del embarazo las mujeres kikapúes
de Coahuila se limitan a comer una masa especialmente preparada y sólo beben
tés de hierbas, con el fin de reducir el tamaño del útero y producir mayor
cantidad de leche para sus hijos.
Vivienda
Los kikapúes tienen dos tipos de
vivienda: casas indias y casas mexicanas. La vivienda india tradicional se
renueva dos veces al año; una es la de invierno (apakvenikane) de forma
elíptica, con una estructura de troncos delgados y cubiertos de tule a lo
largo, formando grandes tapetes. En el centro se coloca el fuego sagrado.
Construyen la casa y se bendice para recibir el año nuevo, y es ahí donde se
ofrecen los sacrificios sagrados para reconocer y adorar a Kitzihaiata, y a los
nuevos miembros de la tribu. La casa para el verano (utenikane) es de forma
rectangular, con paredes de carrizo, techo elíptico de tule, con un anexo al
frente. En el interior se encuentran camas de varas delgadas sostenidas por
troncos, algunas de las cuales tienen colchones o petates, y al centro se
encuentra el fuego sagrado. Construyen esta casa quienes se quedan a cuidar el
campamento, así como los que no emigran temporalmente a Estados Unidos.
Las
familias unidas religiosamente cooperan en la construcción de la casa. Los
hombres recolectan y acarrean los materiales, toda la familia construye la
estructura, y las mujeres elaboran los petates o esteras. La casa tradicional
funge como templo de un clan dentro de la tribu y en ella se realizan los
rituales y ceremonias de toda la vida kikapú. Lo primero que hace una familia
al regresar de Estados Unidos es construir su casa de invierno; el regreso a El
Nacimiento significa también volver a cumplir las promesas a Dios, y poder
hacer lo que él quiere: cazar venados, ofrendar costillares y lenguas, danzar y
orar.
La
casa mexicana es de concreto y lozas, tiene los servicios de la vida moderna,
con instalaciones eléctricas e hidráulicas, mobiliario y enseres domésticos
comprados en la Unión Americana.
La
propiedad de la vivienda es particular. Ésta se construye de preferencia en los
espacios de cada clan. Las viviendas son habitadas por familias encabezadas por
el hombre de más edad, su esposa, sus hijos y sus hermanos. Los ancianos
vigilan la casa-templo y mantienen siempre encendido el fuego sagrado.
Artesanías
La producción artesanal actual
consiste en la elaboración de ropa tradicional a partir del curtido de pieles
de venado y la fabricación de tehuas o mocasines, mitazas o pantalones, ambas
adornadas con chaquira. Las mujeres se encargan además de la preparación de la
piel del venado para su corte y bordado con chaquira; realizan esta actividad
después de las labores domésticas. Son ellas también quienes se encargan de la
comercialización de sus productos, deciden si los venden, si los dejan a
consignación o los dan a un intermediario.
Cosmogonía y religión
Todo kikapú debe cumplir con lo que
Dios ha mandado. Kitzihaiata escogió a los kikapúes para poblar la tierra, por
lo cual deben cumplir con sus mandatos y estar preparados para enfrentar el
momento final del mundo, que les permitirá ir con dios a cazar venados de
manera permanente. Ser buen kikapú significa cumplir siempre con los ritos de
cacería, purificación, año nuevo, fuegos sagrados y bautizos por medio de
oraciones, sacrificios y ayunos.
Las
celebraciones rituales siempre van acompañadas de carne de venado. El momento
culminante de sus oraciones consiste en el consumo de la lengua de este animal,
devolviéndolos así a quien se los da, a Kitzihaiata. El venado representa el
centro de la vida kikapú; cada venado sacrificado vuelve a nacer. Por esta
razón no dejarán de existir y no hay peligro de que se extingan.
El
fuego constantemente encendido en el centro de la casa recuerda a los kikapúes
que siempre deberán tener encendida la oración a Kitzihaiata. Sobre el fuego
sagrado se secan las lenguas y los costillares de venado que se consumirán en
las misas y bautizos, en las fiestas de año nuevo y en el regreso a los
campamentos de invierno.
Organización social
Las autoridades tradicionales
reconocen a un jefe o capitán de la tribu que es, al mismo tiempo, sacerdote.
Por diversas circunstancias históricas ahora hay dos jefes o capitanes, que son
responsables de la vida civil y religiosa. Ambos dirigen sus celebraciones o
"misas", bautizan y vigilan el cumplimiento de las ofrendas a su
dios.
Se
cree que estos jefes tienen los conocimientos sobre su religión, son los justos
y los sabios de la comunidad. Los capitanes eligen como consejeros a ancianos
reconocidos como personas de honor; fungen como jueces, organizadores de los
trabajos colectivos y de la supervisión de intercambio en el trabajo agrícola.
Existen otros servidores religiosos que son responsables de los clanes y de sus
propias manifestaciones religiosas.
Las
autoridades agrarias o comisariado ejidal, subordinadas a las autoridades
tradicionales, son las responsables legales ante las autoridades mexicanas de
los asuntos relacionados con la tierra, la cacería y el bienestar comunitario.
Costumbres y tradiciones
Existen numerosas costumbres y tabúes
en torno a las viviendas. Por ejemplo, antes de empezar a construir una casa se
lleva a cabo una ceremonia especial, y ésta debe fabricarse con material
virgen. La casa es de la mujer, pero una mujer adulta necesita el
consentimiento del jefe para poseerla o construirla. El terreno pertenece a la
comunidad, por ello, si la casa no recibe el cuidado adecuado de sus moradores,
el terreno se le asigna a otra familia. Los padres duermen al lado izquierdo de
la puerta, mientras que los niños y otros miembros de la familia del lado
derecho, y los hijos pequeños a los pies de los padres. Nadie puede comer
en el lado oeste de la casa, ya que ese lugar está destinado a los espíritus.
Tampoco está permitido cepillarse el cabello, cortarse las uñas o rasurarse
dentro de la casa.
Está
prohibido brincar encima del fuego, pues existe la creencia de que las mujeres
pueden sangrar hasta morir en su próxima menstruación. No se pueden realizar
trabajos de madera y plata dentro de la casa, en particular los que pertenecen
a juegos ceremoniales. Dentro de todo el compuesto hay, aproximadamente,
83 viviendas habitadas por 400 personas y el terreno de la comunidad cuenta con
6 493 ha, usadas para pastar. No disponen de servicios como escuelas, correo,
tiendas, policía o transporte público; tampoco pagan impuestos al gobierno
mexicano.
Organización social
Las autoridades tradicionales reconocen
a un jefe o capitán de la tribu que es, al mismo tiempo, sacerdote. Por
diversas circunstancias históricas ahora hay dos jefes o capitanes, que son
responsables de la vida civil y religiosa. Ambos dirigen sus celebraciones o
"misas", bautizan y vigilan el cumplimiento de las ofrendas a su
dios.
Se
cree que estos jefes tienen los conocimientos sobre su religión, son los justos
y los sabios de la comunidad. Los capitanes eligen como consejeros a ancianos
reconocidos como personas de honor; fungen como jueces, organizadores de los
trabajos colectivos y de la supervisión de intercambio en el trabajo agrícola.
Existen otros servidores religiosos que son responsables de los clanes y de sus
propias manifestaciones religiosas.
Las
autoridades agrarias o comisariado ejidal, subordinadas a las autoridades
tradicionales, son las responsables legales ante las autoridades mexicanas de
los asuntos relacionados con la tierra, la cacería y el bienestar comunitario.
Fuentes de trabajo
Actualmente, su principal fuente de
ingresos es el trabajo migratorio. A partir de 1952, año en que las autoridades
estadounidenses les concedieron tarjetas de inmigración, los kikapúes, salvo
los ancianos, las mujeres y los niños, se trasladan a diversos lugares de los
Estados Unidos para trabajar en las cosechas de legumbres. Estas labores
las realizan generalmente de cinco a siete meses al año (de abril a octubre), y
es la base de la economía indígena. Sus ingresos se complementan con el
trueque de pieles por alimentos; con el comercio de trigo, avena, maíz, frijol
y calabazas, cuando las lluvias han sido abundantes y permiten la irrigación;
la venta de chile piquín que las mujeres y los niños cosechan durante el otoño,
o bien con el comercio de artesanías. De esta manera, la economía de los
kikapúes es superior a la de muchos grupos indígenas nacionales.
Territorio, ecología y reproducción social
La caza es la principal actividad de
los hombres kikapúes; con ella se abastecen de carne y pieles. La cacería tiene
un carácter ritual y se realiza de manera grupal durante todo el año, sobre
todo de enero a abril, meses de celebraciones religiosas de año nuevo,
bautizos, misas de agradecimiento a Kitzihaiata y como condición propia del ser
kikapú.
La
agricultura es una actividad secundaria, pues ellos han sido cazadores por
excelencia desde hace mucho tiempo. En El Nacimiento existen pequeñas parcelas
individuales; siembran trigo, avena, maíz, cebada, frijol y calabaza.
Los
kikapúes tienen en propiedad ejidal una extensión de 7 022 hectáreas, de las
cuales cerca de 6 500 son utilizadas como agostaderos y unas 500 son irrigadas.
En
El Nacimiento tienen ganado vacuno en propiedad comunal, administrado y
comercializado por las autoridades agrarias y tradicionales para gastos
sociales y productivos de la comunidad. Hay pequeños hatos particulares
propiedad de la familia.
También
la recolección de nueces y de chile kipín o piquín tiene cierta importancia
comercial; los árboles silvestres son propiedad de los kikapúes y cualquier
miembro de la tribu puede juntarlos; los intermediarios llegan al poblado a
comprar los frutos.
La
ruta ancestral de traslados de campamentos de verano de Norteamérica y de
invierno, en México, fue también la ruta para la venta de su trabajo en los
campos agrícolas de ese país. En El Nacimiento iniciaban este recorrido después
de las fiestas del año nuevo (de enero a abril). Recorrían áreas en las que
podían trabajar como recolectores de frutas; al término de la cosecha de un
producto en un lugar se trasladaban a otro y así hasta llegar al territorio
kikapú. El regreso a El Nacimiento también va precedido de otros trabajos
recorriendo diferentes rutas. Estos recorridos aún se realizan año con año; su
principal ruta va de El Nacimiento a Oklahoma. Toda la familia realiza de
manera coordinada este trabajo. Los ancianos no emigran, se quedan a trabajar
en los pequeños campos agrícolas y a cuidar el ganado. Este ciclo inicia en
mayo y termina en noviembre, cuando regresan a El Nacimiento a preparar el
campamento y las casas de invierno.
Educación
En cuanto a la educación, los padres
hacen poco por la disciplina, pero enseñan a sus hijos los secretos de la
cacería, la artesanía, la agricultura, las ceremonias y el mantenimiento
comunal de carreteras y pozos. La madre proporciona abrigo para sus
hijos, cocina, lava, cose, prepara las pieles, hace tehuas y enseña a sus hijas
sus obligaciones como mujeres; asimismo, es ella quien asume el cuidado de los
nietos.
Los
niños aprenden practicando y observando; a la edad de cuatro años ya utilizan
el arco y la flecha, y a los diez participan en las cacerías con rifle. Cuando
una niña cumple diez años ya sabe cocinar, hacer pan, coser a mano, preparar
las pieles, adornar tehuas, hacer canastas; y ayuda con los pequeños y en las
cosechas. No existe una ceremonia formal de matrimonio, sino el
anunciamiento, el cual sucede después de que el matrimonio se ha consumado y
consiste en felicitar a la nueva pareja y darle regalos.
Nombres
El linaje en los kikapúes es diferente
que en nuestra cultura. No utilizan apellidos; un padre pasa a su hijo
únicamente su afiliación al clan. Cada persona tiene un nombre que corresponde
a su clan y el epónimo de su tótem como: Búfalo corredor, Berry silvestre, Man
parado, por mencionar algunos. El kikapú enfrenta la muerte con
aceptación; cree que el Gran Espíritu lo puso en la Tierra y tiene el poder de
llamarlo cuando le plazca. Piensa que su vida en el más allá estará entretenida
con sus juegos, danzas y cacerías favoritas y, de no gustarle, puede pedir
permiso para regresar a este mundo entre dos y cuatro veces, en el cuerpo de un
recién nacido. La religión es la principal fuerza integradora
de la sociedad kikapú.
Creen
que todo en este mundo tiene espíritu, vida y poder. Como cabeza de este orden
está Kitzihiat, el Gran Espíritu, quien creó todo menos el mundo, el cual fue
creado por Wisaka. Él taimen les dio las reglas que deben seguir: no cometer
suicidio, no matar a otro kikapú ni a un indio de otra nación ni a un mexicano,
no fallar al cumplir sus obligaciones ceremoniales, no beber en exceso, no
robar, no cometer adulterio, no mentir, no acumular riqueza, no participar en
brujería y no hacer rumores de cosas malignas. Ellos no creen en el
infierno, sólo en el cielo. La lucha, siempre presente, por mantener un estado
de armonía con todo y con todos, ha sido tal vez el principal secreto para que
hayan logrado conservar su identidad ante el paso del tiempo.
Fiestas
Las tribus kikapúes
celebran rituales y fiestas relacionadas con el esplendor de la muerte, con el
oficio cinegético o con la memoria de los guerreros ilustres. Danzan la Tegua
en abril, también hay danzas como las del Guajolote, el Coyote, el Oso, la
Muerte y las Adivinanzas y Apuestas. Bailan a los sones de un tambor y una
flauta en círculo con pequeños brincos.
Los kikapúes cabalgan,
simbolizando el regreso de las guerras ancestrales, los hombres purifican y
adornan sus cuerpos, las mujeres preparan el festín para sus guerreros cuando
es tiempo de nutrir su alma; los guerreros ofrecen la celebración a “La
sobrina”, la patrona del ritual con una danza alrededor de una fogata.
Una de las etnias que más me llamo la atención , su vestimenta más como de un indio con sus penachos de plumas, además de que está etnia no viene de estados unidos, tu presentación tiene un buen numero de imágenes muy bien , y me hubiera gustado que pusieras zonas arqueológicas pero en todo lo demás no hay nada que agregar :)
ResponderEliminarlo que nunca nos dicen ni promueven de mexico, aun hasta la fecha hay muchos nativoamericanos en mexico, de hecho mucha gente norteña de mexico desciende de ellos
ResponderEliminarme molesta ver gente que ve pieles rojas y nativos y`piensan en eua cuando ellos tambien son de mexico
Una comunidad todavía habita en la franja norte de Sonora y Chihuahua, pero según entiendo, ellos ya perdieron su lengua, aunque siguen siendo una escisión de los kikapúes. También tienen la particularidad de poseer doble nacionalidad; pasar cuantas veces quieran por la frontera, ya que ésta les dividió a la mitad a su comunidad. Que yo sepa, esos Kikapúes "occidentales" (para diferenciarlos de los de coahuila) usan sobre todo ropa a base de piel de venado, pero no llevan esos penachos. Además, sí hablan español.
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